lunes, 29 de junio de 2015

POEMA


 
 
 





Las golondrinas yacen en el aire.

El espacio que se riza en torno a ellas,

es  suma de vectores,

implosión mate de redes ciegas.

 

Allá abajo
las fuentes desenhebran un último brote,
mientras en las frondas
persisten restos de soles antiguos.
 

 
 
El vértigo de la hora

es esta inclinación  rosa de átomos,

este balanceo de tierra templada

sobre la que sueño un mar remoto de zafiro.

 

Una incertidumbre se torna voluptuosa:

si el mundo es una isla que gira sobre sí misma

ser el primer, el único hombre

en el confín de la tarde





 

1 comentario:

José Antonio Fernández dijo...

Muy buen poema, José María. Su lectura te lleva a derroteros donde solo la buena poesía consigue.

Saludos.

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