miércoles, 19 de diciembre de 2012

NOTAS DE CUADERNO


 
 



Noche clara de noviembre. He visto caer un meteorito, considerablemente grande. Me ha alarmado la lentitud con que caía, hasta extinguirse. Esa lentitud convertía al meteorito en algo extraño, en un ser vivo que precipitándose sobre la azotea, tuviera conciencia de su inmediata aniquilación y por ello retrasara su penetración en la atmósfera terrestre.

 
 
Nota políticamente incorrecta. Sintetizando, el principio de la homosexualidad es la atracción de lo mismo hacia lo mismo. Si la naturaleza hubiera dirigido su expansión en ese “movimiento”, la vida sería difícilmente imaginable. Todo lo existente sería absurdamente de un solo género. De hecho, la homosexualidad es una deriva de la heterogeneidad originaria. En este sentido podríamos decir que la unión de lo diverso viene a ser lo óptimamente práctico. Por otro lado, el principio de lo mismo con lo mismo, anula el funcionamiento de la metáfora, de la analogía. La metáfora es la imagen resultante de la relación de dos motivos semejantes, no iguales. Si recito: “Pepita, tus dientes son como perlas”, aplicándole el principio de lo mismo con lo mismo, tendría que decir: “Pepita, tus dientes son como los dientes” (de otra mujer igual de bella que tú).      
 
 

Desde la azotea veo a unos mendigos hurgar en el contenedor de basura. Más tarde, me pongo la radio y escucho una tertulia de periodistas: hablan de los temas de más rabiosa actualidad, pero se hace inevitable cierta sensación de ensimismamiento lingüístico. Veo a mi vecina que se va con sus compañeras de trabajo, limpiadoras del centro de salud, a tomar unas copas. Me dice, bromeando, que como está separada y por el momento no quiere saber nada de hombres, a lo mejor se pasa a la cera de enfrente. Cada uno está en su mundo. Únicamente nos tenemos en cuenta porque no podemos evitar percibirnos, lo que significa ubicar al otro en su correspondiente lugar y mantener con él las convencionales relaciones de cordialidad y sensato distanciamiento. Cada uno se reúne con los que hablan su lenguaje. Las clases sociales implican un tipo de lenguaje, un determinado registro de mundo. Esto es algo que siempre me ha torturado. Como poeta, o eterno aspirante a poeta, como degustador y amante de lo poético, siempre he tenido problemas de este tipo con los que me han rodeado. Cuando, hablando con cualquiera, he señalado o destacado un matiz curioso sobre algo, siempre me he encontrado con los mismos gestos de estupefacción por parte de mi interlocutor provocándome el consecuente desasosiego: ya está, ya he dicho algo que no estaba previsto en la norma, ya he vuelto a ser el raro. Admitir la multiplicidad del vecindario es la norma democrática, pero esa multiplicidad implica un seccionamiento del lenguaje, el que cada uno habla y siente, el correspondiente a las limitaciones del registro vital de cada cual.    

 
 
 
 
 
 
 
 
Hace unos dos o tres años, le cayó el gordo de la lotería a un marroquí que residía en España. Al poco de saberse la noticia, este hombre desapareció. Teniendo en cuenta que el Islam prohíbe el juego, este caballero y su familia estarán condenados toda la vida no por la infracción cometida, sino a la estupefacción que significa el que la gracia les haya venido a través de los conductos de una cultura infiel. El agraciado ¿se estará torturando, intentando resolver este enigma? Todavía no se tienen noticias de él.


Un sueño. Miembros de mi familia están en peligro. Aparece un personaje, que es presentado como un marajá, con turbante y barba, esgrimiendo una espada, dispuesto a hacerle frente a este abstracto enemigo. Pero entonces, se plantea una cuestión ética: este hombre puede hacer daño pero no debe hacerlo. En el sueño, estos dos verbos se señalan especialmente como los ejes clave del debate. Entre “poder” y “deber” se establece una tensión que define qué opción óptima escoger.        

1 comentario:

José Antonio Fernández dijo...

Bueno, hay un par de cuestiones con las que no estoy de acuerdo. Enfocas el tema de la sexualidad sólo como un problema reproductivo, y pones como ejemplo una imposibilidad. El que todo el planeta sea homosexual, en fin.
También pones el ejemplo de un marroquí y relaciones el caso con su religión para desprestigiar el hecho de que le haya tocado, a un marroquí, claro. ¿Cuantos católitos se han divorciado, han abortado, usan condón, o comen carne en Semana Santa?
¡¡Buenas fiestas!!

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