miércoles, 15 de agosto de 2012

COSMOLÍRICO-SÓNICAS





                                                 

Últimamente están apareciendo teorías que niegan el Big Bang. Tales teorías postulan que nuestro universo se produjo al rebotar sobre otro anterior. Se habla de la gravedad repulsiva, que tendería a rechazar lo muy pequeño en vez de atraerlo hacia sí, por lo que el universo no aparecería de la nada, sino que sería el producto de una repulsión cósmica sobre la membrana de otro universo. Naturalmente, esto no deja de suscitar la recurrente pregunta: cómo era ese universo anterior. Roger Penrose descarta que podamos saberlo, puesto que antes de nuestro mundo, no había tiempo. En este punto coincide perfectamente con Parménides, quien juzgaba un desasosiego inútil preguntarse sobre qué había antes: “El mundo en tanto existe es inengendrado e imperecedero.” Todo este ir y venir de teorías, multiplican tanto nuestra fascinación por el origen del cosmos como confirman nuestra improbabilidad de conocerlo definitivamente.



Las teorías cosmológicas se parecen cada vez más a las especulaciones teológicas de otros tiempos. El gran objeto de las pesquisas fascinantes es el origen del universo. Antes era el Espíritu o la naturaleza divina. Todo esto en perfecta consonancia con la obsesión moderna de la salud que sustituye a la salvación: hoy ya no hay almas sino cuerpos, el cuerpo es nuestra alma actual.



Flamígera estancia helada la noche de los astros.



El lenguaje es la casa del ser, pero la música es el seno nativo del lenguaje. Al principio todo era ritmo, radiación, movimiento. De ahí que un Borges dijera que la poesía es primero música verbal, y el problema crítico del sentido se le añadiría después.



Iluminador final con el que Eugenio Trías cierra su estupendo El canto de las sirenas, volumen dedicado a la reflexión sobre la música, desde los griegos y Platón hasta Stockhausen: “la música alumbra un orden de sentido y lógos anterior, o a priori, en relación al que se concreta en formas lógico-lingüísticas, incluso al que se materializa en iconos y en imágenes.” Es decir, al principio era el Verbo, la Música. La larga e ingente empresa de la razón sería la de especificar, analizar, separar lo que acontece irremediable y arcanamente junto: el flujo originario del universo. Y esta tarea se nos presenta engañosamente como un después del ser del mundo, cuando es, precisamente, a través del arte y del pensamiento, como nos dirigimos al harmónico y radiante resultado final que fue el principio. 



Los dedos sobre el teclado- del ordenador, del órgano, del piano, - lanzan sus rayos meteóricos. El teclado es una proyección ordenada, tecnológica de los poderes mágicos de nuestros dedos, de nuestras manos.



El cálculo, la lógica, la plasmación gráfica elemental de lo  técnico, empieza con líneas, con segmentaciones. Es decir estableciendo geometrías allí donde no hay sino acontecimiento, fenómeno. El primer reloj lo inventa Anaxímenes. Lo que hace, sumariamente, es colocar rectas sobre una superficie para dibujar lineal y sucesivamente la andadura gradual del sol: El reloj de sol. 


Los astros rotan. Que lo hagan de tal o cual manera, que su rotación sea de tales grados y dimensiones, eso lo dicen los hombres, es lenguaje de los hombres. 

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