jueves, 21 de junio de 2012




FOTOGRAFÍA Y ESPÍRITU
Jhon Harvey

Jhon Harvey analiza en esta obra una iconografía tan específica como especial: la que se deduce de la abundante producción fotográfica que apareció con el surgimiento del movimiento espiritista, ampliándose poco después a todo presunto fenómeno extraordinario, supuestamente registrado por una cámara. El trabajo de Harvey se torna fascinante y delicado, pues el estudio de la representación de lo fantástico en la fotografía, implica una reflexión sobre la naturaleza de la fotografía misma, ahora metamorfoseada en algo distinto que mera tecnología objetivista. La fotografía se convierte en medio expresivo de mitologías y mensajes conforme a las intenciones, deseos e imaginario del fotógrafo.
Harvey detecta y analiza las correspondencias y semejanzas icónicas entre la fotografía de fantasmas o espíritus y las representaciones tradicionales del arte sacro de santos y santas, exponiendo cómo impera en ellas un código visual común: halos, esplendores difusos, figuras envueltas en mantos o sudarios, imágenes flotantes, levitaciones y evanescencias, etc.. Este examen se extiende a los collages y a las experimentaciones fotográficas de los surrealistas, en cuyas imágenes se vislumbra una poética afín a la de la fotografía de fantasmas: figuraciones extrañas y atmósferas inquietantes que parecen surtir de una fuente inspiratoria compartida.
El examen de Harvey que parte de la foto espírita de la década de 1860 , llegando a la famosa foto Kirlian y las grabaciones de video de grupos de investigación actuales, conlleva una contextualización sociológica: en el ámbito protestante nacerá el espiritismo como manifestación de una crisis ante la imposición de una imagen positivista y materialista del mundo, mientras que en el católico se producirán apariciones de la Virgen y raptos extáticos de los testigos de tales apariciones, es decir, dos interpretaciones distintas – profana y sagrada – de lo mismo: el contacto con la divinidad y sus formas.
Harvey ratifica con su libro lo que Barthes, ineludible cuando hablamos de fotografía, y que el autor cita, significativamente al final de su libro, también dijo: la dimensión antropológica de primer orden que supone la fotografía.
Harvey no transgrede las normas de la reflexión estética, es decir, en su trabajo no entra en el estéril debate sobre la veracidad o no de la fenomenología paranormal. Harvey estudia la fotografía de espíritus no lo que ésta supuestamente retrata: la foto en tanto que fenómeno estético vinculado a un devenir social y mental, a una aspiración y unos ideales. Por ello subraya la relevante función de este tipo de fotografía como una forma de lenitivo ante la contundencia de la muerte.   
La foto que figura en la portada, las famosas fotos de hadas, formó parte de mi imaginario adolescente. Aunque siempre la vi sospechosa y demasiado evidente, yo entonces no me planteaba si era una foto de hadas auténtica o no, sino que la gozaba como un ente imaginario que coexistía con otros en mi fantasía.
Las fotos de espíritus no aluden a presencias etéreas que nos rodeen, sino a las insondabilidades del alma humana. Como decía Pablo Neruda, : nosotros somos el misterio.  

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