martes, 21 de septiembre de 2010


LA FOTOGRAFÍA COMO MARCADOR DE IMAGINARIOS

En una visita relámpago al FNAC de Alicante, por casualidad, al salir del centro recogí publicidad que se ofrecía en una mesilla. Entre otros folletos y revistas que anunciaban la actividad cultural de la temporada en la ciudad, estaba la reproducción de esta foto a modo de tarjeta postal. Me arriesgo a colocarla aquí porque sin la imagen el artículo es imposible: no hay otro interés al respecto. Lo chocante es que pensé que se trataba del fotograma de un vídeo o bien de una exposición que recrease las formas de investigación astronáutica de hace algunas décadas, tal y como, por ejemplo, Joan Fontcuberta ha hecho en alguno de sus trabajos. El aspecto algo arcaico del traje del astronauta así me lo sugería. Cuando llegué a casa y se me ocurrió darle la vuelta a la foto me quedé fascinado: la fotografía pertenece al fotógrafo Fritz Goro y es de 1962. Sentí un vuelco, una reubicación de perspectiva. O sea, que yo creía que la imagen era una impostación intencionada, la simulación estética de una época, cuando en realidad, pertenecía a la época recreada. ¿Qué quiere decir esto, o qué implica? Pues, sobre todo, la irreductibilidad de la realidad, o más bien, de la vida, a los códigos - visuales, lingüísticos, culturales - con los que nos hacemos la ilusión de identificar infaliblemente su articulación.
Es cierto que las modas nos ayudan a conocer algunas claves del funcionamiento de la sociedad en momentos aparentemente muy concretos, pero la identificación de una imagen cuya fecha ignoramos, no resulta a veces tan fácil.
¿Por qué pensé en un principio que la imagen del astronauta pertenecía a una instalación, que era una simulación? Creo que por dos cosas: la gran nitidez - ese contraste de los colores del traje con el entorno desolado y monocromático- , y la puesta en escena. Ya sé que la nitidez es un mito. Hay bastantes fotografías antiguas de extraordinaria nitidez, no todas las fotos viejas tienen que ser borrosas para conservar su encanto. Ya los fotógrafos pictorialistas de fines del XIX emplearon el sfumatto para provocar una sensación de desmaterialización en sus imágenes. En este caso la nitidez me hizo pensar que la foto era reciente, pero sobre todo, que tal nitidez era utilizada conscientemente, es decir, empleada para crear un aire algo naïf y embriagador; por otro lado, la puesta en escena, la ubicación del astronauta-robot en el mismo centro de la imagen, le da cierta teatralidad, le presta como un aire pedagógico al resaltar la función, el trabajo que está llevando a cabo el personaje, independientemente de toda estética (la obra fotográfica de Fritz Goro viene a ser una ilustración de los progresos que la ciencia ha realizado en buena parte del siglo XX).
En resumidas cuentas, yo había confundido unas formas originales con su recreación. Sólo al conocer la fecha de la foto se me reveló la "verdad" - ontológica, estética, histórica - de la imagen. Pero si hemos estimado que el tiempo no existe, es decir, que es, como señala Borges, un hecho intelectual y no objetivo, será, precisamente, ahí, en lo intelectual, en lo estético, en nuestro imaginario, donde podamos asignarle a la imagen su encanto y significación específicos, conociendo su indistinción final en la suma global del Tiempo.

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