martes, 28 de septiembre de 2010


IN-CURSIONES, EX-CURSIONES



Miserias del capital( parece una contradicción ¿no?).
Dicen por la radio que en Kenia, la mayoría de los niños están afectados por la malaria, cuando hace ya bastantes años, el médico colombiano Patarroyo que estaba a punto de obtener una vacuna definitiva contra esa enfermedad, vio como le embargaban su laboratorio y se quedó sin medios y sin ayuda. Me entero, poco después, que no fue sino en el año 1992, y bajo presión estadounidense, que los bancos suizos revelaron las miles de cuentas durmientes de clientes judíos que habían sido asesinados en los campos de concentración. Lo increíble sucede.


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No sólo no hay que perder la capacidad de asombro para descubrir bellezas nuevas y aprender cosas, sino tampoco la capacidad de escandalizarse para no perder la lucidez moral.


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Epitafio: Y ahora, ¿qué?



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Pretexto numinoso para islamófobos.
Siempre me ha resultado curiosa la impresión que tuvo Jung al poner pie, por primera vez, en suelo argelino: "Esta tierra huele a sangre".


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Efectos fastasmagorizantes del tiempo.
Recuerdo que la primera noche de mi llegada al convento de Santa Ana del Monte, en Jumilla, al ir a acostarme, me encontré con un hermoso - gigantesco - escorpión agazapado tras la puerta de la celda. Esto fue a finales de 1981. Lo aplasté de un pisotón y como me caía de sueño, lo eché al oscuro y largo pasillo, en vez de tomarme el trabajo de arrojarlo a la basura. Al día siguiente, al despertarme, eché un vistazo al pasillo para cerciorarme de que lo había matado y de que debiera estar allí, pero no encontré rastro del animal por ningún sitio. Recuerdo que comenté el suceso con los frailes, que se sorprendieron bastante, pues nunca había visto uno, ni fuera ni dentro, ni en los alrededores del convento. La cuestión está en que cuanto más pienso en la desasosegante aparición del bicho aquella noche, más y más se me borra la imagen del mismo, hasta el punto de que acabo por no estar muy seguro de si lo vi realmente o si lo soñé todo. Está claro que el paso del tiempo, trastorna mi percepción del hecho objetivo de la aparición del animal. Ésta es, a día de hoy, más "literaria" que real. Del escorpión sólo retengo una imagen remota y confusa y se me presenta en la memoria más como un signo perdido, una suerte de metáfora no descifrada que como un hecho real.


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El símbolo introduce una eternidad en el lenguaje

Roland Barthes

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